El flujo constante de las obras de la artista Mercedes Lirola va mucho más allá de una composición estética perfectamente equilibrada y consustancialmente ordenada. Su proceso creativo casi diríamos que transciende a la obra final ya que se desarrolla de manera rizomática en todos sus componentes y variables. La multiplicidad que aplica a numerosas series no es un mero patrón repetitivo, es el enraizamiento de un crecimiento continuo que deambula de manera vital y virtuosa en cada pieza. Fuera de contextos específicos, las piezas escultóricas, volubles unas, firmes otras, se envuelven entre sí, creando una hilvanada de lenguajes evocadores que se anclan en nuestra mente nada más mirarlos. No se trata de una acción premeditada por la artista, sino de una actuación vital, una necesidad de crear, romper y avanzar hacia múltiples puntos finales, que de nuevo suponen un nuevo inicio de exploraciones creativas, de formas y de fondos.
Los materiales trabajados por Mercedes Lirola, se dejan hacer, sucumbiendo a esos engranajes rizomáticos que generan nuevas obras bajo una percepción de la realidad muy personal. Identificar las obras de la artista se hace fácil. Podemos decir que lo volátil se hace firme y lo firme se descompone. Un vaivén de formas que se adaptan por completo a cada espacio que las alberga.
Rosa Muñoz Bustamante
Directora de Programas MECA