Estar en el arte es algo que se va apuntalando poco a poco, depende necesariamente de la voluntad y del interés personal, de la constancia, de mucho trabajo y dedicación, pero también de circunstancias ajenas que pueden llegar a situar tu trabajo en el contexto adecuado para que sea valorado por un sistema que es en definitiva el que acaba validando y consolidando una trayectoria. La fotografía es un medio dúctil que surge en paralelo a muchos intereses.
Cuando veo la obra y los proyectos realizados hasta la fecha, reconozco la intensidad de los intereses que se fueron sucediendo a lo largo del tiempo. Los objetivos se centraban en desarrollar proyectos que tenían que ver expresamente con resolver determinados problemas, a veces formales, a veces de discurso. Desde una relación con los medios interdisciplinar, la fotografía se mezclaba con la pintura, se desplegaba como instalación, o se reconvertía en objeto escultórico. Esas eran algunas de las constantes. Pero también el cuerpo, la clasificación, el territorio, la naturaleza y su evolución temporal, la observación del territorio a través de imágenes de Google Earth, la manipulación objetual de la fotografía… y muchos otros asuntos que han tenido una evolución a lo largo de los años. Los proyectos mutan y se hacen cada vez más complejos, se interrelacionan. Las soluciones nunca son cerradas, así que se da paso a nuevas iniciativas. Me planteo el hecho de trabajar en el arte como un devenir de intereses y de retos que siempre avanzan, y en donde las soluciones alcanzadas siempre son parciales y pueden volver a generar nuevas preguntas.
No podemos sentirnos ajenos a nuestra época. Somos hijos de nuestro tiempo. Usamos los recursos que nuestro contexto nos ofrece y unas herramientas que se actualizan con el presente. Nuestros intereses se funden con los problemas y sucesos de la época. De esta forma nuestro compromiso, al fin y al cabo, es el que nuestro tiempo nos pone en el camino. Y dependemos de nuestra voluntad para valorar nuestro presente y/o cuestionarlo. Es una cuestión de actitud, de pensamiento crítico y de mantener, o bien un espíritu complaciente, o por el contrario, reivindicativo. Es cuestión de mantener una voluntad de cambio, de mejora. Pero es imprescindible aprender a mirar, observar cómo los pequeños asuntos, los más intranscendentes en apariencia, son los que condicionan el estado de las cosas.
La pandemia está condicionando la manera en la que nos relacionamos con el mundo. Hemos sobrevalorado el poder absoluto que teníamos sobre nuestro entorno y percibimos nuestros cuerpos ahora más vulnerables que nunca. Existe un gran desconocimiento de las consecuencias de la enfermedad. Está permanentemente presente el peligro al contagio y a los efectos de la enfermedad.
En este contexto estoy aprendiendo a mirar de otra manera, me estoy centrando en lo que no se manifiesta de forma evidente. Me interesa lo oculto, lo invisible, lo diminuto y lo intranscendente. Creo que a veces eso que queda relegado a un último lugar puede resurgir como algo realmente determinante. Estoy centrada en un proyecto de fotografías en el que intento determinar las medidas, las distancias, los ángulos, las perspectivas, la relación con las líneas de horizonte, las escalas y demás operaciones de control de una naturaleza que se muestra cambiante y en el fondo inaprensible.
En muchos casos es bueno practicar una memoria desmemoriada para así valorar lo que sucede en el presente. A pesar de esto, hay momentos que querrías congelar en el tiempo para que no pierdan intensidad. Mantienes evidentemente recuerdos imborrables, pero intento poner todo en cuarentena. Tengo guardados momentos preciosos en los viajes, en las exposiciones, y también en el estudio. Son momentos en los que te descubres incorporando elementos, observando con ojos nuevos lo cotidiano o descubriendo obras y artistas emocionantes.
Creo que por lo general, el arte se ha venido adaptando a las circunstancias de cada época. Quizá lo que ha pasado es que como sociedad no hemos otorgar al Arte el valor que merece. Deberíamos ser capaces de cambiar nuestras prioridades. En ese sentido la educación es fundamental. Y pienso que el sistema del arte ha de buscar estrategias para mediar y conseguir resultados eficaces, que calen en una mayor conciencia en la sociedad.
Andalucía y sus instituciones tienen en su mano establecer prioridades.
Creo que se debería tomar conciencia de la urgente necesidad de construir un patrimonio artístico contemporáneo que será parte del legado que dejemos como sociedad. Así que veo imprescindible que haya apoyo desde todos los ámbitos para que el Arte alcance el lugar que se merece en la sociedad.
¿ Qué supone para ti que el comisario Fernando Barrionuevo, te haya seleccionado para participar en la sede oficial de PHotoESPAÑA 2020 MECA?
Valoro enormemente la labor realizada por Fernando Barrionuevo a lo largo de tantos años apoyando el arte y la cultura y abanderando el apoyo a los artistas. Para mi es un honor que haya contado con mi trabajo para PHotoESPAÑA 2020.
Y para finalizar envía un mensaje a la audiencia cultural y a los nuevos artistas que ahora se adentran en este sector.
A la audiencia le invito a mirar el arte y las obras con curiosidad atenta. En la mayoría de los casos las obras no dan respuestas cerradas y únicas, mas bien plantean nuevas preguntas. A veces se muestran comentarios críticos a la realidad y en otros se ofrecen mundos y realidades alternativas. En el mejor de los casos el arte puede llegar a enriquecer los universos personales y el mundo interior. Puede proporcionar momentos emocionantes que te introducen en un mundo de relatos infinitos.
A los nuevos artistas les recomiendo que mantengan la intensidad de una búsqueda original y propia. Y que sigan formando su mirada y su pensamiento crítico con la realidad.