PRIMERA ENSEÑANZA
El globo se dirige,
en su ascenso imparable,
camino al firmamento.
Como si adivinara el recorrido
se balancea, toma
recodos transparentes en el aire.
Arrastra tras de sí
la cuerda que lo uncía,
se aleja y disminuye
hasta hacerse invisible.
Su determinación no entiende de nostalgias.
En la esencia del helio sólo hay libertad.
Atrás quedó la feria con un niño
que, al volver la cabeza, recibió,
de su mano vacía,
la primera enseñanza.
CRACK
El vaso resbaló.
Quebró con su estallido
una conversación irrelevante
llenando de pedazos de cristal,
de ruido y de reproches la cocina.
Con el firme propósito
de eliminar los restos del naufragio,
meticulosamente,
barrimos y fregamos las baldosas.
A pesar de que es mucho
el tiempo transcurrido, desde entonces,
todavía me asombran las esquirlas
que, hirientes, en las suelas aparecen.
Acechan, contumaces, nuestros pies
ocultas bajo el zócalo.
Entre tanto, el rencor afila sus aristas.
MATERIAL DE DERRIBO
La casa se deshace
bajo el peso del tiempo
y ya no queda nada -o casi nada-
salvable en su interior.
Unas cajas, tan sólo,
con trastos que indultar del cataclismo.
Una de ellas contiene una muñecas
vestidas de una moda incomprensible
como si, con las prisas,
se pusieran la ropa equivocada.
Su dueña las dispuso para el viaje
de forma cuidadosa.
Ordenadas y juntas, de este modo,
se les ve asustadizas, obedientes.
Despeinadas y sucias, sus sonrisas
tienen una belleza que no entiendo
Inma Pelegrin nació en Lorca en 1969. Es licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación. Forma parte de la asociación poética Espartaria y, con ellos, ha participado en las antologías Diez de diez (poesía) y La ciudad de los escudos (narrativa).
Recibió el Premio Internacional de Poesía Gerardo Diego en 2007.
Ha publicado Óxido (ed. Pretextos 2008) y "Trapos sucios" (Tres Fronteras 2008).
Colabora con el portal educativo y de divulgación artística en Internet Contraclave.