VIENTO Y MAR
Cuando el viento sopla con fuerza,
el aire se asemeja al agua del mar.
En él flotan bolsas de plástico,
como blancas medusas;
papeles y cartones que se deslizan
como las mantas rayas;
cardúmenes de polvo, hojas y paja,
como pececillos agrupados
que se mueven al unísono,
cambiando de dirección y altura
con caprichosa seguridad.
Las plantas cimbrean y se agitan,
perdiendo su rigidez habitual,
como algas sacudidas por las mareas.
Los perros y gatos afilan su forma,
con el pelo y las orejas hacia atrás,
como nutrias peinadas por el mar.
Hay personas que se mueven rápidas,
cortando el viento como ágiles delfines;
otras lentas como pesadas morsas;
las más, tenaces e indiferentes como atunes;
las hay que reptan como serpientes marinas
y algunas, por más que lo intentan,
no pueden disimular su condición de tiburones.
DALTONISMO PARTICULAR
Tus ojos tras los cristales,
el fondo de las piscinas,
el cielo cuando está claro,
los discos de las rotondas,
el ancho Mediterráneo,
las banderas europeas,
la tela de mis vaqueros,
las tapas de mi cuaderno,
el boli con el que escribo,
los carteles de neón.
Todo lo que fuera azul,
por esta jodida depresión,
todo lo que fuera azul
se ha convertido en marrón.
ACTUALIDAD
Hoy he cogido mi coche.
La radio, siempre tan fiel,
comenta la actualidad.
Ellos dicen lo de siempre,
pero no me suena igual.
Mientras hablan de corruptos,
yo he tenido que frenar
porque cruza una culebra.
En la radio hablan de crisis
mientras millones de flores
miran a la carretera.
Dicen que la Bolsa baja
y veo que sube la marea.
Mientras hablan de violencia
a mí me revive el sol.
Mientras hablan de sequía
yo he visto nieve en la sierra.
Por más que diga la radio
no me apetece quejarme,
ni llorar, ni sufrir.
Por más que diga la radio,
esta primavera voy a vivir.
ESPECTÁCULO
Dedicado a Ernesto Pedalino
Me acomodo en la orilla del acantilado,
sin necesidad de tener nada en la mano.
Miro al frente y veo mar, casi todo el mar,
rayado por líneas claras que serpentean entre el agua azul,
irremediablemente marino.
Veo grandes manchas oscuras,
donde se afanan las gaviotas,
salpicándolas de pinceladas blancas.
Veo aletas de delfines, espaldas de calderones,
veo espuma en el lomo de las olas,
veo sombras de nubes dispersas, errantes;
veo velas, barcos, marineros, nómadas del infinito.
Atardece y hay un cambio ante mis ojos.
El faro empieza a girar, decidido y obstinado,
imponiéndole su luz a ese sol debilitado,
que se resiste a dormir y protesta
dibujando hacia el oeste unos rojos arañazos.
Oscurece y nuevo cambio en el programa.
Levanto la vista y ahí está el cielo,
esa bóveda sin medida, rota por la vía Láctea.
Veo tantas estrellas, tantas, muchas más
de las que el banquero del Principito podría llegar a contar.
No lo intento, y pienso mientras disfruto:
Esto es un espectáculo
y no el coñazo del fútbol.
Mario Sanz Cruz nació en 1960 en Madrid. Es técnico de Ayuda a la Navegación en el Faro de Mesa Roldán desde 1992. Ha colaborado activamente en la Asociación Cultural Levantisca de Carboneras. Miembro del Instituto de Estudios Almerienses, actualmente realiza labores de edición en las que cuenta con varios proyectos editoriales, destacando la antología "Con el mar de fondo – Relatos de Carboneras".
Ha publicado el libro Faro de Mesa Roldán, apuntes para una historia, (Almería, 2003).
Ha colaborado con numerosos medios de comunicación, como la Revista Axarquía, Faura u Ozio.